Del derecho a la vida

Hoy he visto una frase en la televisión que me ha dejado helado. La frase en cuestión ha sido dicha en la Ser, durante una entrevista, por la ministra de igualdad, Viviana Aído, y era la siguiente: ante la pregunta de si un feto de trece meses es humano, la respuesta es "Un ser vivo, claro, lo que no podemos hablar es de ser humano porque eso no tiene ninguna base científica". Sencillamente escalofriante. Un feto de algo más de tres meses no merece la calificación de humano por parte de la ministra. ¿Qué es humano para la ministra? Me gustaría saberlo, la verdad, aunque solo sea por curiosidad morbosa.

 

Soy alguien que está en contra del aborto libre, no lo ocultaré. No lo soy por motivos religiosos ni nada parecido, simplemente porque es un atentado a la libertad. El feto ya tiene derechos como humano que será (o es, el tiempo es relativo. Aunque esté en el vientre materno, ya está acunando a sus hijos, ya está jubilado y esperando la muerte definitiva). Sí, coño, es humano y tiene los mismos derechos que otro cualquiera, tenga una semana o nueve meses. Una madre, por muy madre que sea, no puede decidir sobre la vida de un hijo. ¿Dejaríais a vuestra madre que decidiera sobre la hora de vuestra muerte actualmente? No, la vida es vuestra, no de su pertenencia. Entonces, ¿qué diferencia hay de ahora a entonces? Ninguna, en mi opinión. Tal vez mi concepto del tiempo es extraño, pero es lo que hace que no pueda aceptar el aborto libre.

 

Pero el problema también está en los abortos médicos, ya que se han dado casos en los que un médico ha aconsejado a la madre abortar porque su hijo tiene un labio leporino y ello conlleva riesgos de hidrocefalia. O también cuando se prevé que tal vez tenga síndrome de Dawn. ¿Acaso ellos no tienen también derecho a vivir? Dentro de poco viviremos en la escalofriante utopía que desarrolló Huxley en Un Mundo Feliz. Bueno, eso tal vez sea exagerar, pero da miedo las situaciones que los seres humanos pueden llegar a crear.

 

Presumimos de que nuestro país es muy liberal, pero tengo la impresión de que la libertad, como dijo Mägo de Oz en una canción, "ha cerrado por defunción" si permite el infanticidio o, mejor dicho, "fetocidio".

 

Para terminar, dos enlaces relacionados con lo escrito:

http://www.libertaddigital.com/sociedad/si-un-feto-no-es-un-ser-humano-tendra-que-ser-de-alguna-especie-de-cual-ministra-1276359638/

 

http://www.libertaddigital.com/sociedad/un-feto-es-un-ser-humano-aunque-cuando-crezca-se-vuelva-inhumano-1276359683/

Necesidad de escribir sin saber de qué

Eso es lo que me pasa ahora mismo, mientras escribo estas líneas. Necesito escribir algo, cualquier cosa, pero el problema es que no se que escribir, ni como, ni el porqué he de hacer el esfuerzo de coger el lápiz y garabatear unos cuantas letras mal hechas. Simplemente me acerco al ordenador y me pongo a escribir aquí, que para algo creé este blog: para desahogarme cuando no pudiera hacerlo de otra forma. Aunque poco a poco se me van ordenando las ideas, tal vez continúe una historia que tengo a medio, o tal vez cree desde cero otra nueva, o tal vez no haga ninguna de las dos cosas, tan solo escriba estas línes y nada más.

 

A veces me asaltan las dudas, porqué demonios escribo. No tiene sentido, a decir verdad. Antes tuve el sueño de poder ganarme la vida gracias a la escritura; hoy no lo veo nada claro. Luego dejo de pensar y las respuestas vienen solas a mi cabeza: escribo porque me sale de ahí, leñe. Porque tengo que hacerlo, es un impulso que necesito seguir antes de que se me crispen los nervios, es casi una necesidad biológica.

Divagaciones varias, comenzando por la mala uva.

La verdad es que el cabreo me viene bien de vez en cuando. Cuando estoy cabreado es cuando mejor escribo, cuando más palabras bien hilvanadas me salen del alma (o de la punta, depende del momento y de lo que esté pensando). La verdad es que no tengo ni puta idea de porqué, pero la cuestión es que no falla. Cuando estoy cabreado por estarlo, sin ningún motivo real o evidente, es cuando mejores cosas me salen. Aunque esto también funciona cuando estoy triste o estresado.

Una vez, hace ya bastante tiempo, leí un post en un foro de literatura en el que decía una gran verdad: los grandes escritores pasa mucho tiempo tristes, cabreados o estresados. La felicidad no es buena para el oficio del escritor (del buen escritor, se entiende). Las tienes que estar pasando perras para poder llegar al lector, para plasmar las emociones en un cacho de papel que no siente. Aunque también hay excepciones: puedes haberlo pasado tan mal en un momento de tu vida que, más tarde, puedas rememorarlo a la hora de escribir, aunque en aquellos momentos seas feliz. Me parece que algo así le pasó a Tolkien (tipo campechano, que se definía como un Hobbit), las tuvo que pasar muy perras en la I Gran Guerra para luego escribir así de bien. Él mismo escribió en el Hobbit una frase que siempre recordaré sobre la narración en una novela: " ..., parece extraño, pero las cosas que es bueno tener y los días que se pasan de un modo agradable se cuentan muy pronto, y no se les presta mayor atención; en cambio las cosas que son incómodas, estremecedoras, y aun horribles, pueden hacer un buen relato, y además lleva tiempo contarlas." Pero qué razón tenía este hombre.

Lo bonito no interesa, lo horrible entretiene. Dice mucho de la condición humana, de nuestra forma de pensar y actuar. Ojalá estas palabras fueran mentira.

Recientemente he leído Arkham Asylum (reseñeado en mi otro blog) y me resultó bastante sorprendente el tratamiento que hace de la locura. ¿Es la locura sana? ¿Es lo que le da vida a la vida (valga la redundancia)? Tal vez debería abrazar mi locura de una vez por todas, aunque es bastante probable que no tenga ya nada que abrazar, porque la hice mía hace ya años, en las brumas de mi infancia. Debería leer algún libro más sobre la locura, tal vez Alicia en el País de la Maravillas, libro que no calificaría precisamente de infantil por los fragmentos que he leído. Tal vez sea que mi mente es demasiado sucia, pero sabiendo que Lewis Carrol era pederasta... bueno, todo puede ser.

Esto me hace volar hacia qué es la locura y qué es la la cordura. ¿Y si lo que llamamos cordura no es más que una ilusión creada por nuestras mentes perturbadas? ¿Y si los locos son solo personas que ven más allá de esa locura, contemplado la verdadera realidad del mundo? Tal vez una parte de los locos, aquellos que no asesinan ni violan por los mandatos de un ente invisible para el resto de nosotros, quizá un trasgo malvado o un ángel vengativo.

En fin, ya me he desahogado un poco, que es para lo que sirven este tipo de blogs: para insultar, desahogarse y poder continuar la vida sin tirarle una piedra a nadie. Pues nada, adiós y buen viaje.